martes, 30 de octubre de 2007

Martires del siglo XXI.

Estoy de mal humor, llevamos más de un mes con el enlace a internet del ordenador de mi hijo estropeado. Hemos llamado no se cuantas veces al distribuidor para que nos manden uno de nuevo, y lo que iban a ser dos días ya se ha convertido en un mes.

Hoy en día las compañías de servicios no tienen ningún respeto por los clientes, al principio todo son buenas palabras y regalos, te facilitan el darte de alta, te regalan móviles de ultima generación, días gratuitos de conexión... Pero de repente y sin previo aviso, cuando te conviertes en cliente ¡zas! la puñalada, ya te tienen pillado. Entonces todo son escusas, de nada sirve pelearte con la persona que está al otro lado del teléfono, son ese otro eslabón perdido en la red, no tienen ningún poder de decisión y solo están para hacer de pantalla y no tener que hablarle a un ordenador. Si pides hablar con algún responsable es inútil, no lo hay, toda reclamación tiene que ser por escrito, y enviada por fax. Es genial la pérdida de tiempo y dinero que supone el reclamar, y claro si decides cambiar de compañía, aparte de tener que esperar otro tanto por la conexión, tienes que abonarles el tiempo prometido de contrato. Es para morirse de risa, al final acabas siempre pagando el pato, y con los nervios rotos.

Se que es un problema diario que sufren la mayoría de usuarios, pero no deja de indignarme con cuanta paciencia aguantamos sus cabronadas. Tenemos la peor conexión de Europa, la más cara y lenta, y con el servicio al cliente más desastroso que conozco y aun así estamos soportándolos sin mandarlos a paseo. Hay que ver que paciencia tenemos somos unos santos, nos tendrían que beatificar a todos como hizo ayer el señor de blanco, y proclamarnos los verdaderos mártires del siglo XXI.

No dije el nombre de la compañía porque no tiene ningún tipo de importancia, todas son iguales, son como los bancos y cajas de ahorros, el que no cobra una comisión por un lado te la cobra por otro, al final siempre salen ganando los mismos.

Creo que ya estoy un poco más relajado, siempre va bien sacar las cosas a pasear, sabiendo que alguien te leerá y seguramente, diga por dentro, “a todos nos pasa lo mismo joer”.

jueves, 25 de octubre de 2007

Paréntesis.

Hoy me levante romántico y dejé, sin darme cuenta, que mi corazón ocupara mi mente. Espero que os guste, y os haga temblar un poco el cuerpo, dejando a un lado la racionalidad y el trasiego del día a día.





Yo pienso en ti; tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora;
aunque tal vez el rostro indiferente
no debe reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.

En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
al través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.

Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando, entre el vano estrépito del mundo,
la melodía de tu nombre suena.

Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento,
¡y pienso en ti!


JOSE BATRES MONTUFAR
Yo pienso en ti...

martes, 23 de octubre de 2007

María


Estaba sentada, tenia las rodillas contra su pecho, el sol de la tarde se refejaba en su cara y calentaba ligeramente sus mejillas. Su mirada puesta en el contenedor verde que tenia enfrente, se nublaba por la sensacion agradable de calor. Poco a poco se le cerraban los parpados y sus pensamientos se trasladaban, sin quererlo, a la tarde que la sumió en un profundo mal sueño.

Como cada tarde, despues de terminada la telenovela, se disponia a fregar los platos y recoger la cocina, los niños estaban en el colegio y su marido no tardaria en regresar del trabajo. Se levanto del sofa y en ese momento notó como alguien intentaba sin mucho acierto abrir la puerta de la calle. Sintió un pequeño escalofrío recorrer su espalda, no era la primera vez que venía borracho y sabía, como sin quererlo, que volvería a llorar. Esperó de pie en el comedor y se cruzo de brazos, haciendo grandes esfuerzos para que no se le notara el tembleque de sus rodillas. Por fin se abrió la puerta y al instante se cerro de un fuerte portazo. Estaba asustada. "Otra vez no, por favor", pensó. Se le secó la boca y se le humedecieron los ojos.

-¡María! -Vió a su marido venir tambaleándose por el pasillo- ¡Mira lo que tengo para ti, puta! -Mientras con la mano derecha se apretaba la entrepierna por encima del pantalón.

No dijo nada. Su angustia subía rapidamente desde su estómago a la garganta impidiéndole pronunciar una sola palabra. Dió un par de pasos hacia atrás hasta chocar con la pared, pero él ya estaba a su altura, con los ojos rojos y la cara desencajada por la borrachera. Sintió su aliento cerca de su cara, mientras cerraba los ojos y antes de que pudiera acercarse mas lo empujó con todas sus fuerzas. Sintió como el cuerpo de su marido salía disparado y tropezaba con la mesita de cristal del comedor. Notó un golpe seco y despues nada, silencio, solo silencio. Abrió los ojos y lo vió tendido en el suelo, con los ojos abiertos mirando, sin mirar, la pata del sofa. Se puso de rodillas, se tapó la cara con sus manos y lloró.

Despues, todo pasó como en una pesadilla: la acusación, la custodia de los niños, la enajenación mental, el psiquiatrico, los fármacos, las corrientes electricas....

Algo le golpeó en la pierna y le hizo abrir los ojos. Otro golpe. Se levantó y vio a cuatro chiquillos que le estaban sacando la lengua. Hoy no tenía ganas de hacerles caso, sus ojos estaban húmedos y su cabeza demasiado machacada para enfrentarse a esos mocosos. Abrió la tapa del contenedor de basuras y echó un vistazo: Nada que le interesara. Cogió el carrito y lo empujó calle abajo, a ver si en la estación había más suerte.

Mientras caminaba se oian a lo lejos los gritos de los cuatro chiquillos:

¡María, María, María la Cangreja!